Los poderes narrativos del fundador del exchange de criptomonedas FTX no lograron salvarlo de una condena por fraude, que lo podría llevar a pasar décadas en prisión.
Sam Bankman-Fried pasó muchas de las pausas de su juicio en Nueva York sentado solo en la mesa de la defensa, flanqueado por dos corpulentos agentes federales. Pero el día en que debía testificar, se levantó y se dirigió al estrado antes de tiempo. Un funcionario le dijo que se bajara y esperara a ser llamado.
El exmultimillonario, de 31 años, que enfrenta varias décadas de cárcel tras ser condenado por fraude y lavado de activos, siempre ha estado dispuesto a contar su propia historia. Pero en la sala del 26º piso de un tribunal de Manhattan, observó en silencio cómo sus amigos más íntimos y su exnovia subían al estrado para relatar su asombroso ascenso y caída.
Los fiscales dijeron que sacó “en secreto” “miles de millones por la puerta de atrás” de su exchange de criptomonedas FTX para financiar el gasto imprudente de su empresa privada de trading, lo que llevó a la quiebra de FTX en noviembre pasado con un agujero de u$s 8000 millones en su balance. “El acusado estaba motivado por la codicia y la ambición”, dijo el fiscal Nick Roos. “Miles de personas perdieron miles de millones de dólares (…) porque él quería más dinero para hacer lo que quisiera con él (…).Que las pruebas prevalezcan sobre su historia”.
El abogado defensor de Bankman-Fried dijo que los fiscales se dedicaron a contar historias engañosas por su cuenta. “En esta película lo dejaron como un villano, un tipo malo”, dijo Mark Cohen. “Lo que el Gobierno siguió dejando fuera de su película fue el ‘por qué'”.
Tras menos de cinco horas, el jurado determinó que tenía intención delictiva. Pero nunca sabremos qué pensaba Bankman-Fried. Natalie Tien, su exasistente y vocera, dijo que ninguno de los argumentos de las partes se ajustaba al hombre que ella conoció. “Mintió, se llevó el dinero, pero no creo que fuera por codicia”, dijo. “Creo que su objetivo era desempeñar un papel más importante, un juego más grande en su mente, y estaba tomando esas acciones para lograr ese objetivo. Quizá sinceramente pensó que era por un bien mayor”.
Bankman-Fried fue el chico de póster en empuje de las criptomonedas al mainstream, bien recibido en el Capitolio y ganándose el respaldo de grandes inversores como Sequoia y BlackRock. El fraude de FTX se ha convertido en la acusación definitiva de la burbuja de las criptomonedas y de los peligros de las empresas no reguladas que manejan miles de millones de dólares de millones de clientes. Tras conocerse el veredicto, el fiscal del distrito Damian Williams afirmó que Bankman-Fried había intentado convertirse en el “rey de las criptomonedas”.
Bankman-Fried, hijo de dos eminentes profesores de Derecho de Stanford, Joseph Bankman y Barbara Fried, que se sentaron en el tribunal con gesto adusto, asistió al mismo colegio privado de Palo Alto que el hijo de Steve Jobs. Estudió en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y trabajó en Jane Street Capital antes de dejarlo para aplicar la lógica de Wall Street a las criptomonedas con su propia empresa privada Alameda Research.
Su mayor éxito llegó tras fundar FTX en 2019, justo antes del auge de las criptomonedas durante la pandemia. Su visión de un futuro de alta tecnología para las finanzas le valió a FTX alrededor de u$s 2000 millones en respaldo de venture capital a una valoración máxima de u$s 40 mil millones.
El discurso de Bankman-Fried convenció a los inversores a pesar de jugar a los videojuegos en la mayoría de sus llamadas con ellos. Esto se convirtió en parte de su leyenda, junto con su pelo enrulado, sus pantalones cortos tipo cargo y el puff en el que dormía, al lado de su escritorio.
Él y nueve empleados vivían en un penthouse de u$s 30 millones en las Bahamas con una piscina en forma de orquídea. Vio el Super Bowl de 2022 -y un anuncio multimillonario de FTX protagonizado por Larry David- en un palco con Katy Perry, Orlando Bloom y Kate Hudson.
Pero entre bastidores, FTX había prestado miles de millones a Alameda, alimentando las apuestas cada vez más salvajes de la empresa de trading al alza de los precios de las criptomonedas. El desplome cripto terminó con esas inversiones apalancadas y dejó a Alameda en la imposibilidad de devolver el dinero a FTX, barriendo con los depósitos de los clientes. Los fiscales dicen que el “préstamo ilimitado” equivalía a un “robo ilimitado”.
El juicio dejó preguntas sin respuesta. ¿Por qué un joven multimillonario, que dirigía la start-up más exitosa del mundo, se arriesgaría a pedir prestados ilícitamente miles de millones para financiar arriesgadas operaciones con criptomonedas? La filantropía de Bankman-Fried, clave para vender su historia, estuvo prácticamente ausente del juicio. Afirmaba que su imperio empresarial era un motor para destinar dinero a organizaciones benéficas que luchaban contra amenazas existenciales para la humanidad, desde la inteligencia artificial hasta futuras pandemias.
Caroline Ellison, su exnovia y CEO de Alameda, que se ha declarado culpable de fraude, ofreció la visión más clara de su mente. Bankman-Fried, dijo, creía en cualquier apuesta si tenía una mínima ventaja de probabilidad. “Pensaba que la única norma moral que importaba era hacer lo que… esencialmente… creara el mayor bien para el mayor número”, declaró. No creía que “reglas como no mentir y no robar” estuvieran justificadas.
En el estrado, la capacidad narrativa de Bankman-Fried se vio limitada por los procedimientos legales. El juez había comentado en el juicio que robar un banco y luego jugar a la lotería sigue siendo un delito (aunque se pretenda ganar, devolver el dinero al banco y donar los beneficios). Bankman-Fried trató de convencer al jurado de que pensaba que Alameda podía hacer “cualquier cosa” con el dinero prestado, ya fuera “comprar muffins” o “pagar gastos del negocio”, y que simplemente calculó mal la magnitud y el riesgo del préstamo hasta que fue demasiado tarde.
Era la última prueba para el maestro de la criptografía, y fracasó. En medio de un agotador interrogatorio, en el que Bankman-Fried dijo “no recordar” más de 140 veces, la fiscal Danielle Sassoon le preguntó: “Sr. Bankman-Fried, ¿está de acuerdo en que sabe contar una buena historia?”.