La petrolera YPF anunció un nuevo aumento del 10% en la nafta y el gasoil, el segundo en menos de un mes. ¿Qué factores explican esta medida y qué consecuencias tiene para los consumidores y la economía? Te lo contamos en esta nota.
La petrolera aplicó a partir de las cero de hoy el segundo aumento en menos de un mes; en CABA, el precio promedio de la súper queda en $310,08; también se sumó la marca Shell.
¿Qué significa este nuevo aumento de los combustibles para los consumidores y para la economía del país?
Según informó YPF, la empresa líder del mercado, el aumento responde a la necesidad de “sostener la actividad de producción de la compañía teniendo en consideración las particularidades del contexto macroeconómico del país”. La petrolera argumentó que los precios internacionales del petróleo y el tipo de cambio son factores que inciden en los costos de producción y comercialización de los combustibles.
Sin embargo, esta no es la única razón que explica el incremento. También hay que tener en cuenta el impacto de los impuestos que gravan a los hidrocarburos, que se actualizan cada tres meses según la inflación. El último ajuste se realizó en septiembre y representó un aumento del 5,4% en los precios. Además, hay que considerar la incidencia de los biocombustibles, que tienen un precio regulado por el Estado y que deben mezclarse con la nafta y el gasoil según una ley nacional.
El resultado es que los combustibles en Argentina son cada vez más caros en comparación con otros países de la región y del mundo. Según un informe de la consultora Ecolatina, el precio promedio de la nafta súper en dólares es el segundo más alto de América Latina, solo superado por Uruguay. Además, el precio del gasoil es el más alto de toda la región.
Esto tiene un efecto negativo sobre el poder adquisitivo de los consumidores, que ven reducido su ingreso disponible para otros bienes y servicios. También afecta a los sectores productivos que utilizan los combustibles como insumo o como medio de transporte, lo que se traduce en mayores costos operativos y menor competitividad. A su vez, esto genera presiones inflacionarias sobre el nivel general de precios, que ya acumula un alza del 43% en lo que va del año.
Ante este panorama, muchos se preguntan si hay alternativas para evitar o moderar los aumentos de los combustibles. Algunas propuestas son revisar la carga impositiva sobre los hidrocarburos, promover el uso de energías renovables, incentivar la eficiencia energética y fomentar la competencia entre las empresas del sector. Sin embargo, estas medidas requieren de consensos políticos y sociales que no parecen fáciles de alcanzar en el corto plazo.
Mientras tanto, los consumidores deberán seguir afrontando el impacto de los aumentos en sus bolsillos y en su calidad de vida.