El evento, organizado por los hermanos Castro, se convirtió en el epicentro de una polémica que apunta principalmente a problemas de organización y comunicación.
La tradicional festividad de La Chaya en La Rioja se vio empañada este año por un cúmulo de situaciones desafortunadas que dejaron a miles de personas decepcionadas y enojadas. El evento, organizado por los hermanos Castro, se convirtió en el epicentro de una polémica que apunta principalmente a problemas de organización y comunicación.
El domingo pasado, más de 3000 asistentes con entradas en mano se encontraron bloqueados en las puertas del predio Ciudad del Este, incapaces de ingresar al festival. El organizador, Tonyo Castro, asumió la responsabilidad por esta situación, lamentando la falta de previsión en cuanto a la capacidad del recinto.
El malestar entre los afectados se exacerbó cuando Jessica Tanquía, Secretaria de Espectáculos Públicos, optó por el silencio ante las pregunta de Minuto 24. Su evasiva respuesta, limitándose a decir que “por ahora no iba a hacer declaraciones”, dejó aún más en evidencia la falta de transparencia y comunicación por parte de los organizadores.
Desde las altas esferas municipales, se reveló que el problema no solo fue la sobreventa de entradas, sino también un aumento de precios sin previo aviso. Esta falta de comunicación generó aún más descontento entre los asistentes, que se sintieron estafados y abandonados a su suerte en las afueras del recinto.
Este episodio lamentable marcó la primera incursión de los hermanos Castro en la organización del clásico festival de La Chaya. Sin embargo, desde el Gobierno Provincial se apresuraron a deslindar responsabilidades, afirmando que se trató de un evento privado en el que el Gobierno no tuvo participación alguna.
En medio de la indignación y las acusaciones cruzadas, queda claro que la falta de coordinación y planificación ha dejado un sabor amargo en la celebración de este año. Los asistentes merecen respuestas claras y acciones concretas por parte de los organizadores para evitar que situaciones como esta se repitan en el futuro. La Chaya, una festividad que debería ser motivo de orgullo y alegría para los riojanos, se ha visto empañada por la desorganización y la falta de compromiso.