La Verdadera Platita Fuerte: la empresa ligada a Martín Menem ganó $4.000 millones del Banco Nación. ¿Nuevo poder o vieja casta?

La Verdadera Platita Fuerte: el negocio de Martín Menem
Una licitación por $4.000 millones del Banco Nación pone en evidencia los límites difusos entre la política y los negocios. La firma Tech Security SRL, vinculada a Martín Menem, fue preadjudicada para encargarse de la seguridad de varias sedes clave del banco estatal, entre ellas la Casa Central, Maipú, Aeroparque y oficinas de la línea ejecutiva. Según reveló el diario La Nación, Martín Menem figuraba como socio hasta pocos días antes de asumir como presidente de la Cámara de Diputados.
La operación está lejos de ser un hecho aislado. La figura de Martín Menem, que se presenta como exponente del anticasta, queda gravemente comprometida al quedar expuesto en una situación que reproduce prácticas que tanto dice combatir.
Lo que Juan dice de Pedro…
Martín Menem se ha convertido en una de las voces más duras contra el Gobierno de La Rioja. Desde Buenos Aires lanza acusaciones constantes, habla de privilegios, de manejos irregulares, de abusos. Pero lo ocurrido con Tech Security SRL expone una hipocresía que cuesta digerir.
“Lo que Juan dice de Pedro dice mucho más de Juan que de Pedro”, reza el viejo dicho. Y aplica con exactitud. Porque mientras se esfuerza por exhibir moralismo y denunciar a otros, su propio entorno empresarial se ve beneficiado con una licitación multimillonaria financiada por todos los argentinos.
De socio a exsocio: una salida estratégica
Según los documentos oficiales, Martín Menem cedió sus acciones en Tech Security apenas cuatro días antes de asumir su banca. Aunque formalmente ya no figura como socio, es imposible ignorar los vínculos personales y políticos que lo atan a la firma.

Tal como indicó Clarín, Tech Security había sido beneficiada con otros contratos estatales durante 2024, como uno por $1.300 millones con el Hospital Favaloro. La adjudicación del Banco Nación no solo consolida su crecimiento como proveedor del Estado, sino que lo hace en un contexto de ajuste feroz y recorte de fondos a universidades, provincias y programas sociales.
Un negocio en tiempos de ajuste
El contraste es obsceno. Mientras miles de trabajadores son despedidos, mientras se pide “hacer el sacrificio” y se cierran organismos enteros, una empresa vinculada al actual presidente de la Cámara de Diputados recibe $4.000 millones para brindar seguridad.
La excusa de la legalidad formal no alcanza. La cuestión es ética y política. ¿Puede un dirigente que se presenta como adalid del orden y la transparencia beneficiarse (directa o indirectamente) de negocios con el Estado al que pertenece? ¿Puede su entorno capitalizar un cargo público sin que se levanten sospechas?
La doble vara del anticasta
El discurso de Martín Menem y de La Libertad Avanza se sostiene en la idea de que ellos llegaron para limpiar la política. Pero este caso demuestra que la casta no es solo el otro. Cuando los beneficios llegan a los propios, el relato se desmorona.
El caso de Tech Security SRL desnuda un patrón que no es nuevo: usar la posición pública para abrir negocios privados. Y lo hace con toda la impunidad que otorga el relato libertario, que descalifica a todos sus críticos como parte de una conspiración contra el cambio.
El doble discurso en primera persona
No es casual que este escándalo involucre a Martín Menem. Su construcción como figura nacional se cimentó en la denuncia constante, en el señalamiento a otros, en la promesa de una nueva ética política. Pero los hechos lo colocan exactamente en el lugar que tanto critica.
La verdadera platita fuerte, como ironía del relato mileísta, no está en los jubilados ni en los planes sociales. Está en las licitaciones millonarias, en los negocios silenciosos, en las transferencias de acción antes de asumir, en las relaciones que se mantienen bajo la superficie.
Este caso no es solo un escándalo. Es una postal de una Argentina que no cambia aunque cambien los nombres. Y es un llamado de atención a quienes aún creen que la “casta” está siempre en otro lado.
