Un informe revela que el Pentágono alimentó el mito ovni para encubrir armas secretas. Entrá y descubrí la verdad.

El mito ovni alimentado desde el corazón del Pentágono
Una revelación impactante sacude el centro del poder militar de Estados Unidos: el propio Pentágono habría alimentado durante décadas teorías conspirativas sobre objetos voladores no identificados (OVNIs) para encubrir proyectos de armamento clasificados. Esta acción deliberada de desinformación formó parte de una estrategia para proteger secretos militares, pero también sembró la semilla de una cultura de sospechas que hoy alcanza niveles inéditos.
Manipulación con fines militares
Durante una investigación reciente, ordenada por el Congreso estadounidense, un grupo de expertos descubrió que parte de la narrativa ovni moderna fue sembrada por el propio aparato militar. En un caso emblemático de los años 80, un coronel de la Fuerza Aérea distribuyó fotos falsas de “platillos voladores” en un bar cercano al área 51. Su objetivo era simple pero estratégico: distraer la atención del desarrollo secreto de cazas furtivos como el F-117, cuyo diseño podía parecer extraterrestre a ojos de un civil.
El informe revela que esta práctica no fue un hecho aislado. Por el contrario, durante años, oficiales del Pentágono manipularon documentos, ofrecieron testimonios falsos y ejecutaron maniobras de distracción para proteger sistemas de defensa de época de la Guerra Fría. Así confundieron a la opinión pública. De este modo, la desinformación en torno a los OVNIs creció y se institucionalizó.
Programas secretos y mitología institucionalizada
La Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios (AARO), creada en 2022, recibió la misión de separar mito de realidad. Durante su trabajo, el equipo descubrió que incluso altos oficiales fueron víctimas de bromas institucionalizadas. A muchos se les hizo creer que estaban involucrados en programas extraterrestres, en un rito de iniciación que perduró por décadas.
Uno de los ejemplos más llamativos fue el de Robert Salas, excomandante de una base de misiles nucleares, quien en los años 60 afirmó haber visto un objeto brillante y experimentado un fallo simultáneo de todos sus misiles. AARO determinó que se trató de una prueba secreta de pulso electromagnético, organizada sin informar a los oficiales presentes.
Este tipo de episodios alimentó el mito de los OVNIs, sumando nuevos elementos a una narrativa cada vez más compleja y difícil de desmentir. Así, la línea entre realidad y ficción se desdibujó, generando una atmósfera propicia para la paranoia.
Un legado de confusión y paranoia
La consecuencia de esta estrategia de desinformación, según el Wall Street Journal, es que hoy el propio gobierno enfrenta una crisis de credibilidad. Legisladores piden transparencia y algunos funcionarios del Pentágono se han convertido en creyentes de las mismas teorías que en su momento ayudaron a propagar.
A medida que se conocen nuevos datos, el público cuestiona la versión oficial, especialmente en lo que respecta al fenómeno de los OVNIs. La falta de transparencia total alimenta el escepticismo, sobre todo entre sectores políticos sensibles a la narrativa del “Estado profundo”. Esta situación plantea un desafío urgente para las instituciones estadounidenses: recuperar la confianza del público sin comprometer la seguridad nacional.
Desinformación ovni
Detrás del velo de los OVNIs, emerge una historia de manipulación sistemática. Lejos de encuentros con extraterrestres, lo que sale a la luz es un espejo de la maquinaria militar moderna: compleja, hermética y dispuesta a sacrificar la verdad para proteger secretos. Hoy, más que nunca, la pregunta no es si hay vida más allá de la Tierra, sino cuánto de lo que creemos saber sobre los OVNIs ha sido cuidadosamente diseñado desde la Tierra misma.